jueves, 12 de diciembre de 2013

Un doce de diciembre más.


"Para reflexionar: Hace quince años, el 12 de diciembre de 1998, la derecha encumbrada en el poder convirtió en deuda pública, en deuda de todos (por quién sabe cuántas generaciones), la deuda que contrajo voraz e impunemente una camarilla de delincuentes de cuello blanco a quienes la propia derecha les había vendido en propiedad la banca pública, la banca de todos. Hoy, quince años después, el 12 de diciembre de 2013, nos amanecemos con la noticia de que la misma derecha encumbrada en el poder ha aprobado la venta de los energéticos propiedad de la nación, es decir, propiedad de todos. Pero qué puede extrañarnos si hace 482 años, el 12 de diciembre de 1531, el invasor español terminó de extirparle a nuestro pueblo invadido, saqueado, despojado, violado, torturado, sometido y humillado los últimos restos de ideología, cultura, idiosincrasia, tradiciones, dignidad y fe que conservaban de su pasado y de sus deidades originales, cuando el igualmente astuto e intolerante bribón de Juan de Zumárraga (el Norberto Rivera de aquel entonces) se sacó de manga una carta de sincretismo magistral, decisiva, contundente, definitiva: la invención de una virgen “morena” (es decir, indígena) que, ¡oh casualidad!, hablaba náhuatl y que se le apareció no a un español sino a un indio y ¿dónde creen? Es correcto: en el cerro del Tepeyac, antiguo santuario azteca de la diosa madre Tonantzin. 


Y entonces, en la cabecita de los mexicanos se sembró la idea de “porque así Dios lo quiso” convirtiéndose en un pueblo obligado a obedecer, instrumento de opresión, chantajeado con la idea de la “voluntad de Dios”, soportando con la esperanza de resucitar algún día mientras la clase dominante, la “casta divina”, se aprovecha de esa ignorancia para no trabajar, robar y explotar a los crédulos. ¡Amén!"__“Las autoridades españolas transformaron al pueblo de hijos de la mujer violada en hijos de la purísima virgen. De babilonia a Belén, en un relámpago de genio político”. 

Carlos Fuentes en el Espejo enterrado


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